Se lo debemos a los fenicios..
Paralelo al desarrollo de otras industrias como la vítrea surgió una segunda rama de producción con un artículo que no era menos revolucionario que la anterior: la fabricación tiro-sidónica de púrpura. En este caso el material básico lo hallaron los fenicios a dos pasos de sus casas: en las aguas del mar de bajura del Mediterráneo y el Atlántico.
En nuestros días la química puede fabricar púrpura, como derivado del índigo, más hermosa que la de los fenicios de antaño, que obtenían el colorante, cuya composición química desconocían, naturalmente, tan solo de la segregación de las glándulas de un pequeño molusco gasterópodo del genero purpura que se da en casi todos los mares cálidos.
El proceso es bien sencillo. Se frota un trozo pequeño de lana contra la parte trasera del animalito donde se encuentran las glándulas segregadoras y se obtiene una mancha amarillenta, que cuando se rocía con zumo de limón, poco a poco se vuelve azul, luego rojo y, finalmente, queda de un rojo subido muy intenso, aunque, la mancha es diminuta. Y para ello se necesitan mas de una veintena de caracoles antes de que el extremo del paño pequeño de lana llegue a quedar como punteado de rojo. Estos moluscos de los que se extraía la púrpura eran pescados mediante unas reducidas cestas en las que se colocaban, a modo de carnada, pequeños mejillones, almejas y restos de pescados, que una vez sumergidos en el agua, atraían a los preciados caracoles.
Los naturalistas han podido averiguar, mientras tanto, que la obtención de un solo gramo de púrpura costaba la vida a más de diez mil moluscos de los géneros Murex brandaris y Murex trunculus. Para obtener obtener tan preciada sustancia, los moluscos capturados eran partidos y abiertas sus carnes para serles sacadas las vesículas que contenían la púrpura. Dichas vesículas, después de puestas en sal y dejarlas durante tres días en maceración, se vertían en grandes calderos. Por cada quinientos gramos de esta masa salada y purpúrea se añadían veintiséis litros de agua. Los calderos no se ponían en contacto directo con el fuego, sino que la masa se calentaba con vapor, mediante un ingenioso sistema de conducción de aire. Asombroso sistema si se tiene presente que estos trabajos se realizaban nada menos que hace tres mil años.
Susana
Súper interesante !
Largo camino recorrido por la humanidad…
Es apasionante comprobar cuánta búsqueda y cuánto estudio de tantos investigadores de la historia