Para la cabeza; quién lo diría.
No sé y ni tengo interés por aprender. A mi hijo le enseñó su abuelo. Hoy en día ya no es común porque supone esfuerzo y concentración, justo lo que falta en el mundo que vivimos. Reconozco que ni jugué a las damas con mis hijos; qué pena la falta de tiempo.
Sólo en San Telmo se puede parar el mundo; sería bueno decir: “páreme que yo me bajo”.