Por lo que me hiciste vibrar al conocer tu obra , de la mano de mi querida profesora de arte, en aquella exposición de realistas de Madrid en el Thyssen, que jamás podré olvidar ..
Si bien te dediqué ese mismo día el diario llamado Vaso , hoy te despido con tus flores delicadas y granadas y como artista te agradezco porque sumaste belleza y vida a este mundo.
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“Pintábamos nuestros árboles y jardines” . Miraron lo vulgar y se inspiraron. Estaban tan unidos que los apellidos se repetían, tan cercanos que al salir a la calle y mirar lo llamaban “lopecear”. Es decir, hacer realismo. No usaban la cámara de fotos, no tenían coches para viajar y tampoco tenían fácil subir el caballete en los tranvías y autobuses. Florecieron en plena posguerra. Ni se alejaron entre ellos, ni se olvidaron de su fidelidad a la realidad. Ni un paso atrás. Buscaban lo exótico en lo cercano, en sus colonias de casas bajas, en la tranquilidad de lo familiar. Hicieron protagonistas a las migas del día a día, en lo invisible para la mayoría.