Esta semana, concretamente el martes, viajé a Málaga para visitar la mayor colección de arte ruso en manos de un coleccionista privado, al cual tuve el honor de conocer. No solo me fascinó, sino que volveré antes de que termine… ojalá la alarguen en 2024. Mi pupila supo apreciar este gran arte cuando lo vi en su domicilio y de ahí decidí viajar a Moscú y quedé fascinada en sus galerías.
Ay, creo que ya nunca podré volver… inolvidable la visita a Tetriakov… ay, me produce mucha morriña y dolor la situación mundial. Pues bien, disfruté durante muchas horas; en silencio y respirando ante cada pincelada, tratando de recordar los nombres de los artistas, que siempre se me olvidan… y eso que los he estudiado en cursos de arte.
Mi cerebro recibe mucha información. Vuelvo con mucho gozo y gratitud, escribiendo el diario desde el tren. ¡Que vivan las personas generosas que comparten sus bienes para que otros podamos disfrutarlos!
Querer es poder y, además, hacer el esfuerzo de apenas dormir y pagar el viaje… pero esto suma vida y es por ello que lo comparto; para animaros a los que os interese y para mostrároslo a los que no podáis venir.




