La vi y rocé tras su paso por Madrid con el Ballet Nacional de Cuba en 2015 ..fue un momento apoteósico .
Os lo cuento en dicho enlace.
Tuvo una de las más largas carreras que se recuerdan en la danza, en la que combinó magistralmente a golpe de talento y perseverancia la más exquisita y rigurosa interpretación, el magisterio, la coreografía y la dirección del Ballet Nacional de Cuba.
Pese a su avanzada edad y a la ceguera casi total que sufrió por largos años, incluso en su época de bailarina en activo, Alonso se mantuvo pendiente de los escenarios hasta el último momento a la cabeza de la compañía, con gran prioridad en la supervisión del trabajo de los jóvenes bailarines, a quienes trasmitió su legado.
De hecho, la autodenominada “prima ballerina assoluta” del BNC seguía dirigiendo formalmente la compañía, aunque desde enero pasado con el apoyo, como subdirectora, de la bailarina Viengsay Valdés, que es quien tomaba ya las decisiones artísticas, pero “siempre fiel” al legado de Alonso.
La pequeña Alicia rápidamente destacó por sus extraordinarias dotes y se convirtió en una aventajada alumna que debutó el 29 de diciembre de 1931 como dama de la corte en el “Gran Vals” del ballet “La bella durmiente”, del compositor ruso Piotr Chaikovski.
Alonso confesó en una entrevista que aquel día sintió que “era la persona más feliz del mundo”. “Todo era yo, no veía nada. Todo lo sentía como parte mía: la música, el público, mis compañeros bailando”, agregó.
Desde su juventud, Alonso había padecido un defecto de visión en un ojo, y en pleno apogeo de su carrera en los años setenta sufrió desprendimiento de retina, una dolencia que la dejó casi ciega para el resto de su vida.
En tres ocasiones pasó por el quirófano para intentar superar sus problemas con la visión, y la última de ellas le planteó la difícil prueba de mantenerse alejada de los escenarios por dos años, un obligado reposo que “fue duro, pero aprendí a bailar con el cerebro”, según contó.
“Me ubicaba en Giselle e iba paso por paso en la coreografía, desde que se abría el telón hasta el final. Me entrené a ver los ballets en mi mente como si fuera el público. Estudiaba los pasos del cuerpo de baile, de los solistas”, reveló una de las pocas ocasiones en las que trató el tema públicamente.
En 1974 volvió a bailar apoyada en su férrea voluntad, en sus partenaires y guiada por las luces del escenario. También supervisaba ensayos y creó coreografías para el BNC.