Así vive una grandísima mayoría de gente en Buenos Aires. Pegados a la carretera, en unas zonas llamadas tal cual por lo que ves literalmente en ellas. Están a dos pasos del centro de la ciudad y es por eso que hay tanta inseguridad. Las madres comercian su pobreza con sus bebés de arriba para abajo en los semáforos y es una pena tremenda ver las caras de esos niños medio drogados. Los niños piden y te persiguen; como si fueran de un cuadro con sus harapos. Luego están las personas que no pueden ni andar, que se sientan a pedir en una lata de pintura, en cualquier bordillo de un árbol o en el suelo mismo. Te extienden la mano, en una actitud de humildad y de miseria. Además de limpieza y pesos, les falta amor. Podría daros más detalles, pero no quiero amargaros vuestro lunes, o vuestra vuelta de vacaciones. A veces tenemos que ver esta miseria para valorar más lo que tenemos. Me produce una congoja enorme y sufro por ellos.